Crónicas del Building

Crónicas del Building desde la Isla de La Palma.


José Luis Crespo Fajardo (Ph. D)
  
1

Ocupados en la manufactura de las Bellas Artes, usted nos mira desde donde sólo antes nos ha mirado la inspiración. Mira al interior de los talleres de este edificio móvil, que igual que el arte se desplaza hacia parajes absolutamente desconocidos. Y mira usted, a través de las ventanas abatidas de par en par, a los artistas en el clímax del proceso creativo, desarrollando en los diferentes niveles extraños planes, exhibiendo el misterio, los procedimientos íntimos que comunican ideas entre mente y corazón. El error enfrentado a la destreza, la singularidad contra lo expandido, la belleza y el estupor. Mira usted desde donde sólo antes nos miró el demonio. Desde donde mira usted, sólo antes nos ha visto la divinidad. Entonces hace girar el edificio, que es una torre dinámica a la que puede dar vueltas y vueltas como un demiurgo loco, quizá tratando de adivinar cuánto de magia o encantamiento hay en estas, nuestras actividades; cuál es el truco, o lo que es peor, si el artista acaso ignora el quid, y lo que simplemente sabe de su nobilísimo ejercicio es que le apetece ejercitarlo. ¡Bienvenido al espectáculo!

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 Ahora que es de noche la residencia parece respirar profundo. Parece un animal dormido que se hincha de inspiración. Yo estoy aquí para relatar la historia del talento. Mi papel es encontrar palabras que hagan evidente el engranaje invisible de este artificio acelerador de ideas que colisionan en carambolas cada vez más creativas. Considere que los átomos, esas partes tan minúsculas de la materia, son a la vez lo que todo lo compone y lo que todo puede originar. La residencia es para mí una dinamo generadora de movimientos artísticos donde el desempeño del oficio es también maquinal, cotidiano, diario… y en ocasiones nocturno. Efectivamente, a estas horas mi pensamiento se llena de proyectos. Quizá suspiro por ser un creador, merodeando por los diferentes pisos sin poder dormir, sin hallar la claridad. Yo pienso que los creadores tampoco duermen. Trabajan en sueños y sólo dan por terminada una obra cuando descubren que lo han conseguido. De momento todo está en calma y recorro de puntillas los estudios, intentando no tropezar con el desorden denominador común que tienen artistas de diferente signo; olfateo el ambiente de trementina y como quien levanta el capó, miro bajo los paños que cubren los cuadros y esculturas. “¡Por fin!”, a lo lejos alguien exclama en un resuello. Ahí está: la gestación una pieza de arte, una perfecta máquina para reflexionar.
  
3

Un amanecer en el Building Studios es el despertar de una colmena. De la calma emerge el eco de eso que la musa susurra al oído de los artistas y la atmósfera se puebla de interrogantes que en ocasiones trato de interpretar… En quietud y con los ojos cerrados profundizo en el trance hasta que las ideas comienzan a asaetarme el pensamiento. Me hallo en el dormitorio de Arlés, y descubro todo aquello que de premonitorio tiene la experiencia artística. “¡Serendipia!” (Grito hasta colmar el espacio de alucinaciones). Esto por lo que estamos trabajando es el misterio verdadero. La claridad que disipa las nubes y brumas de nuestra consciencia (la misma que contemplo ahora hasta casi quedar ciego), es anuncio de la serendipia. Es simplemente en lo que piensas cuando el mundo te espabila a cachetadas; ese ensueño en que descansa tu instinto; lo que motiva tus acciones irracionales, y la naturaleza sobrenatural que hay en esta realidad. La serendipia: el arte del descubrimiento por casualidad. Una sublime última cuestión lanzada al aire por la garganta de un demonio.
Lo que acciona el interruptor de la bombilla que de pronto se alumbra sobre tu cráneo. Y sobre tu mismo cráneo proyecta el golpe estimulante de una manzana. El auténtico alimento para la imaginación. La senda adivinada en la confusión del universo. La más compleja y sencilla serendipia.
  
4

Los artistas ¡qué individualistas son! Andan siempre buscando su propio camino.
Y aunque resulte extraño, las obras de los demás que observan presencialmente son su más poderosa influencia. Cuando eres artista no todas las imágenes te influyen por igual. Lo que aprecias en un espacio expositivo, por alguna razón es percibido como una potente energía, y a veces te arrastra a una emulación consciente o inconsciente. Esta influencia es más que simple falta de temperamento. Admirar obras in situ impresiona muchísimo más que apreciar imágenes reproducidas. Y si tienes la fortuna de conocer al creador en persona, y si te habla de sus razones y sus ideas, el círculo del conocimiento se completa. Adquieres una visión total de la creación. Quizá por esto, como centro de aprendizaje y desarrollo de potencialidades, el Building Studios funciona.
Si eres religioso y consideras que Dios creó la naturaleza cuentas con cierta información. Si sabes sus motivos para crearla, y quién era concretamente Dios, entonces lo sabes todo. Lo malo es que las razones para crear arte son tan variadas como las personas que crean arte. Por lo demás, el porqué es una de las preguntas más difíciles de contestar por parte del artista. Y uno, en secreto, a veces piensa que Dios tampoco sabría responder con claridad.
  
5

No soy un escritor de grandes crónicas. Escribo sólo para tener asideros cuando a mi alrededor todo se tambalea. Para no caer me aferro a esta pluma, y aunque hay quien se ríe, al menos puedo decir que no he traicionado mi vocación. Como rey de los malos escritores afirmo sin que la campanilla de la garganta deje de repicar: también yo soy artista, pues esto es el arte: lo que sostiene ante cualquier caída.
Esto es el arte: a veces se despierta una semilla que al germinar da un fruto beneficioso. O bien, de la semilla brota una hierba perniciosa. Esto es ser artista: escoger qué sembrar en el jardín interior. Igual que yo escribo soñando que lo que construyo merece la pena, el artista combina sus ideas, y sin nunca estar del todo conforme con sus propios pensamientos, se planta ante el caballete con la certeza de que todo marchará. Somos parte de una maquinaria invisible. Y unas veces hay suerte y otras no. Nemo enim dat, quod non habet: lo que uno no tiene no puede darlo. Esto es ser artista: dejarse llevar a ignotos parajes en un pestañeo, transportado por la ilusión, que nunca se pierde mientas se tenga un proyecto y la presencia de ánimo para forjarlo. Por eso la inteligencia creativa, ese tipo de sensibilidad especial que tenazmente explora posibilidades, ha encontrado su hogar en el Building Studios, que en su oscilar y perpetua mudanza profundiza en el concepto de arte portable.
Escribo esta noche junto a la ventana, con la lluvia salpicando en el alfeizar. Escribir me sirve para recordar, y al final siempre escribo con ganas de morir.